La Biblioteca de Trantor es la primera -y, hasta la fecha, única- librería peruana especializada en los géneros de ciencia ficción, terror y fantasía. Ubicada en el icónico centro comercial Galerías Brasil, en el distrito limeño de Jesús María, se ha convertido en un refugio para lectores, coleccionistas y aficionados de la literatura especulativa. Cátedra Libre tuvo el agrado de conversar con su fundador en torno a su experiencia como librero y su interés por contribuir a la consolidación de la ciencia ficción en el Perú.
¿Quién está detrás de La Biblioteca de Trantor?
Detrás del proyecto me encuentro yo, César Gerardo Monterroso Pallardelly. Abrí La Biblioteca de Trantor unos cuatro años atrás debido a mi interés personal por promover y difundir, particularmente, la ciencia ficción. Ya que, si bien es cierto que la librería también ofrece terror y fantasía, mi mayor interés reside en la ciencia ficción, siendo este el campo al que literariamente le guardo un sentimiento especial. No es lo único que leo, claro. Como puedes ver, detrás de mi hay libros de filosofía y otros géneros literarios; mi interés por la literatura es bastante amplio. Sin embargo, sé que en el mundo editorial la ciencia ficción se suele mover dentro de los márgenes del terror y lo fantástico. Digamos que es el universo de lectoría al que suele apuntar la corriente.
¿En qué año surgió esta idea de una biblioteca especializada en ciencia ficción?
Como simple idea desde hace unos veinte años, allá por 2005 aproximadamente. Pero, como hecho concreto, en 2021.
Habiendo tantas referencias dentro del universo de la ciencia ficción, me llama la atención que hayas escogido específicamente la alusión a Trantor. ¿Hay alguna predilección por la obra de Asimov?
De mi parte, existe una gran admiración hacia Isaac Asimov por haber logrado que la ciencia ficción fuera tomada un poco más en serio dentro del mundo anglosajón. Hay que recordar que esta no gozaba -y en algunos aspectos aún no goza- del reconocimiento pleno como género literario respetado. Asimov, en ese sentido, contribuyó a difundir esa idea de ciencia ficción como género. No es el escritor de ciencia ficción clásica que más admiro; hay otros autores y obras que me sugieren más cosas, pero me gustan muchos de los conceptos que él maneja. Uno de ellos, en la Serie de la Fundación es, específicamente, el planeta Trantor, capital del imperio galáctico. En dicho planeta se encuentra la universidad y dentro de ella, la biblioteca que compila el saber y el conocimiento de toda la galaxia.

Curiosamente, ese planeta es el que sirve de modelo a George Lucas para el universo de Star Wars. Si has leído las obras de Asimov y ves las películas, te das cuenta de que el Imperio está construido sobre muchas de las ideas sobre el imperio galáctico. Ahora, los caballeros Jedi no tienen un correlato en la obra literaria, pero sí en la idea de los psicohistoriadores, ubicados en algún lugar del planeta Trantor procurando que el cuidado de la galaxia y el plan de Hari Seldon se cumpla. En ese sentido, también tienen ese rol de guardianes de la realidad.
Hablando de tu experiencia como librero, ¿qué tan difícil ha sido o es mantener una librería independiente en Lima?
Es muy difícil, por los factores que la gente puede imaginar. Para empezar, el público lector es pequeño. Los peruanos tenemos una serie de necesidades más inmediatas que el acceso al libro físico. La gente necesita comer, vestirse, transportarse; todo ello con el poco dinero que gana. Aunque, a veces nos conformamos con poco. Es decir, un peruano se siente bien al ganar una determinada cantidad de dinero y poder cubrir la manutención básica de su familia, cuando en realidad aún requiere de muchas otras cosas necesarias para su desarrollo personal. Ello hace que los libros no se encuentren en el primer puesto de necesidades para la mayoría de las personas. Claro que existen bibliófilos y bibliómanos, pero son grupos pequeños.
En algún momento caí en la cuenta de que existe un grupo de personas a las que le gustan los libros de ciencia ficción, de terror, de literatura fantástica producidos en el Perú y que, lamentablemente, solo pueden adquirirlos en las ferias, donde acuden los editores. Como sabes, este tipo de títulos de editoriales independientes no se suele vender en las grandes librerías como Crisol, SBS o, incluso, Communitas; quizás solo dos o tres ejemplares, a lo mucho. Entonces, pensé en ofrecer un lugar permanente para estos géneros. Y, de hecho, invito a todas las personas que tengan una editorial y que se encuentren editando material en estos géneros que se pongan en contacto conmigo para llegar a algún acuerdo y ofrecer sus publicaciones en mi espacio.
¿Cómo se da el proceso de selección de tu catálogo? ¿Hay una línea curatorial o te adaptas a lo enviado por las casas editoriales?
Ambos. Hay títulos que quisiera ofrecer, pero, en ocasiones, no sé a quién acercarme para pedirlos. He comprado lotes a distribuidoras como Heraldos Negros y he sido yo quien ha escogido los libros. También me he contactado con editoriales independientes como Pandemonium Editorial o escritores que trabajan con ellos. Ahora, cuando la selección proviene de la esfera internacional, procuro que sean ejemplares ya reconocidos en su valor literario. Me preocupa tener clásicos: Asimov, Arthur Clarke, Philip Dick. Y, cuando noto que algo interesante se está desarrollando afuera también trato de tenerlo; Ken Liu, por ejemplo.

No obstante, también estoy bastante interesado en lo nacional. Tengo una mirada más tolerante en lo concerniente a la producción local, al ser este un campo que no existía en el Perú hace veinte años. Más allá de José B. Adolph u algún que otro relato publicado en línea, no existía ciencia ficción peruana. Hay cuentos escritos por Clemente Palma o Lima de aquí a cien años de Julián Manuel del Portillo que, de manera retroactiva, se han incluido dentro del género pero que fueron escritos bajo otra mirada. Me recuerda cuando se dice que Los Saicos eran punk. Es decir, fueron punk, retrospectivamente hablando. De forma similar, dentro de la literatura peruana, los relatos fantásticos del siglo XIX y de la primera mitad del siglo XX no fueron pensados desde el campo de la ciencia ficción.
Desde un punto de vista moderno, el primer escritor peruano es José B. Adolph, quien publicó sabiendo que lo que estaba concibiendo era ciencia ficción. Él ya había leído lo que editaba Minotauro, sabía quiénes eran Isaac Asimov y Arthur Clarke. Sé que también publicó otros géneros, pero, aparte de Adolph, hay muy poca ciencia ficción hasta entrado este siglo. Es en el siglo XXI donde tenemos dos oleadas de autores, sobre todo después de la realización de los Congresos de Literatura Fantástica y Ciencia Ficción, iniciativa emprendida por el Dr. Elton Honores, desde 2011. Me parece que, a partir de entonces, se empezó a articular una movida nacional, aunque esta sigue siendo joven; muchos de los autores rondan los 50 años, tienen una obra corta, fundamentalmente cuentística y que, posiblemente, aún no ha madurado.

Hay algunos autores que sí están publicando trabajos maduros, otros aún presentan textos hasta cierto punto incipientes. Sin embargo, considero estos últimos necesitan la oportunidad de ser expuestos y recibir retroalimentación por parte de los lectores. Esa es la única forma de conseguir que sus obras, eventualmente, alcancen escalas mayores. Los escritores van creciendo con su público. Aunque, claro, también tengo ciertos límites; cuando una obra realmente no me convence en lo más mínimo no la compro.
Aun así, el panorama local no es tan desastroso. Siento que en los últimos años ha ido mejorando y se han ido asentando un par de sellos editoriales con cierta curaduría. Me atrevo a decir que Poldark Mego y Luis Apolín Montes, ambos provenientes de la literatura Z, ubicada entre la ciencia ficción y el terror, ya cuentan con cierta capacidad en la creación de sus ficciones. Daniel Salvo también es otro que debe ser reconocido como autor relevante, no solo dentro del ámbito de la ciencia ficción sino también como escritor peruano. Sin lugar a duda, Salvo es antologable dentro de cualquier recopilación de literatura peruana de este siglo.
Entonces, ¿la librería busca ser una suerte de plataforma que aporte al crecimiento de la ciencia ficción en el Perú?
A eso es lo que me interesa contribuir, incluso más que la rentabilidad propia del negocio. No me dedico plenamente a la tienda y me sostengo de otras actividades laborales. En ese sentido, el proyecto de La Biblioteca de Trantor me permite, por así decirlo, empujar el carro de la ciencia ficción. Una de las cosas más bonitas que he experimentado se dio durante la primera visita de Daniel Salvo a la librería, quien me dijo “tú estás realizando el sueño que siempre tuve, el sueño de tener un lugar específico”. Y eso es cierto. Hasta donde yo he investigado, no ha habido en el Perú una librería física especializada en ciencia ficción.

Yo leo este género desde la década de los 80 y es cierto que, por ese entonces, había lugares como Librería Época, donde podías encontrar un exhibidor con libros de ciencia ficción, con las colecciones que estuviesen de moda en ese momento: Martínez Roca, Ultramar Editores, Super Ciencia Ficción, entre otros. Pero jamás tuvimos un espacio dedicado exclusivamente al género. Recuerdo que teníamos que aguardar por los títulos que iban cayendo a cuentagotas en las librerías generalistas o, en todo caso, íbamos al Centro de Lima donde se encontraban ejemplares antiguos, de segunda mano.
¿Aún visitas el Centro de Lima en busca de libros de segunda mano?
Claro, aún hago mis excursiones al Centro para ver qué títulos me llaman la atención y puedo exhibir en el local. Obviamente, con los libros de segunda mano tengo que negociar un buen precio, pues los estoy comprando para, posteriormente, revenderlos; no los puedo comprar al costo más alto que me sugiera el vendedor. Ahora, estos ejemplares deben estar en un buen estado de conservación, si es que los pienso ofrecer en La Biblioteca de Trantor. Aunque, cuando el libro ya está muy maltratado lo guardo para mi colección personal. A excepción de que sea una auténtica rareza, como una copia de Narraciones Terroríficas de 1940 que, a este punto, difícilmente se encontraría bien conservada.
¿Qué autores internacionales son los que siempre están disponibles en tus estantes?
El público peruano es bien tradicional. Puedo tener cincuenta ejemplares de Lovecraft y los terminaré por vender todos. Edgar Allan Poe es otro que no tiene pierde. El Fantasma de la Ópera de Gastón Leroux también sale bastante.
¿Y con respecto a los autores nacionales?
Me preguntan mucho por Daniel Salvo, pero no siempre lo tengo disponible; sus libros no son tan fáciles de conseguir para venta. Quisiera tener más ejemplares disponibles de él. De igual manera, los títulos de Pandemonium Editorial, por su propio trabajo propagandístico, suelen ser muy solicitados; por ejemplo, Hiztoria del Perú. También está Carlos Carrillo, uno de los autores de terror más respetados en nuestro país, quien con su número de cuentos Códice infame ha tenido bastante éxito. Otro imprescindible es la compilación de relatos de Pandemonium Editorial con la Universidad de Michigan, titulado Qhipa Pacha. Después, está Randolph Markowsky: Memorias del Supay es uno de los libros que más se ha vendido.

Efectivamente, tengo en mi biblioteca un ejemplar de Memorias del Supay. Si mal no recuerdo fue publicado por Editorial Cthulhu, ¿cierto?
Originalmente, la primera edición se dio bajo Editorial Cthulhu. La segunda edición, con Asterión.
Le está yendo bastante bien…
Claro, ¿cuántos títulos tienen segunda edición en el Perú?
¿Cuál es el perfil del lector de La Biblioteca de Trantor?
Es un lector distinto al común. Las personas que frecuentan la tienda van buscando algo que los mueva, que los estimule, que los haga pensar, al menos eso es lo que me suelen decir. Y como los autores que se ofrecen en mi espacio tienen una audiencia bastante restringida, el lector de La Biblioteca de Trantor, muchas veces, no busca autores en específico. Usualmente, me consultan de qué trata determinada obra. En esa búsqueda, la portada es un aspecto de suma importancia. Si la cubierta del libro llama la atención, ese ejemplar ya está casi vendido.
Aunque, bueno, también depende del autor. Si el libro es de Stephen King, por ejemplo, la portada importa poco, pues la gente lo va a terminar comprando. Y, para no olvidarme de los lectores de Edgar Allan Poe o Lovecraft, también encuentro a muchos que adquieren títulos de esos escritores porque los siguen desde hace mucho tiempo. Una especie de nostalgia.
¿Te refieres a personas que leyeron a Poe o a Lovecraft en su infancia y ahora desean tener sus libros en alguna edición de colección?
Exactamente. Encuentras bastante de ello con este tipo de autores. Nadie se compra un tomo gigante de Lovecraft para recién conocerlo. Quien adquiere ese tipo de ediciones es porque ya conoce al escritor desde antes y, ahora, desea tener las obras completas para leer lo que no leyó y atesorarlo en su biblioteca.
Hace poco releí El planeta de los simios de Pierre Boulle. Sin embargo, caí en la cuenta de que el debate público se centra casi de forma exclusiva en las películas, mas no en la novela. Siento que eso viene pasando con las demás obras de ciencia ficción. ¿Consideras que el apogeo de la ciencia ficción en el cine ha terminado por hacer que el público deje de lado la base literaria de la cual se nutre?
Eso ha ocurrido desde que existe el cine o la televisión. Las imágenes llegan a una cantidad mayor de personas que las historias impresas. Siempre va a ser así. Por ejemplo, si has leído 2001: una odisea espacial notarás que, en la película, se dieron varios cambios con respecto al libro. En la historia original no van a Júpiter, van a Saturno, y la luna en la que se encuentran los alienígenas es Japeto. Evidentemente, a fin de acortar la narración, se adaptaron varios elementos, aunque no lo esencial.

Curiosamente, cuando Arthur Clarke publica 2010: Odisea dos, advierte en el prólogo que, debido a que mucha más gente vio la producción cinematográfica antes que el libro, esa segunda publicación continua la historia a partir de lo mostrado en la película. Y, en adelante, el resto de sus trabajos pertenecientes a la saga de la Odisea espacial toman como base el filme de Kubrick, no el texto original. Sé que Clarke trabajó de la mano con el director y reconozco que ambas son obras maestras en su ámbito, pero lo interesante de esto es que el autor, en vista de la respuesta del público, prefirió continuar las siguientes novelas desde lo trabajado por la cinta.
Es inevitable; los libros siempre van a tener un menor alcance que las películas. Las producciones cinematográficas, al margen de ser o no obras maestras, requieren de un tipo de atención mucho más pasivo, en el que al espectador se le ofrecen imágenes, argumento, etc. En cambio, el texto escrito, por sus propias características, fuerza al lector a construir mentalmente todo el escenario. La lectura exige un mayor esfuerzo, por eso es menos popular. Se podría decir que es un ejercicio mucho más exhaustivo, complejo y completo. No superior, pero sí más esforzado.
Con esto no quiero decir que las películas sean inferiores a las obras literarias, porque no lo son. Simplemente, digo que los libros resultan más exigentes para su disfrute que la mayoría de las películas. Siempre habrá un desfase en ese sentido. De ahí que las películas de Stephen King lleguen a más gente que sus propios libros. Y, con todo respeto al autor, soy consciente que pueden existir directores o guionistas que hayan hecho un mejor trabajo con sus historias que el propio King en las novelas.
Curiosamente eso ocurre con el final de la película La niebla de 2007, el cual es totalmente distinto al de la novela de Stephen King sobre la cual se inspira. El mismo autor reconoció que el filme tiene un cierre más impactante que el del libro.
Ahí tienes un caso puntual. Aunque creo que no hay que verlo como una competencia. He visto que ahora está de moda comparar el cómic de El eternauta con la serie de Netflix. En estos casos, considero que las comparaciones solo deben hacerse para ver cómo la historieta ha podido influir en la producción audiovisual, no para determinar cuál es mejor. Obviamente, el resultado nunca será el mismo, pues las técnicas audiovisuales son diferentes a las del cómic. De igual manera, las herramientas literarias distan mucho de las cinematográficas. Son lenguajes distintos.
¿Qué autores, que se encuentren a la venta en tu librería, le recomendarías a los lectores noveles?
A pesar de que es un clásico, considero que la literatura de terror de Lovecraft es una excelente forma de iniciar. Sin ser un genio literario, tiene cuentos extraordinarios. A nivel internacional, Lovecraft es un autor clave en lo que respecta al horror cósmico, pero también tiene ciencia ficción, en el sentido de que las criaturas que habitan en sus historias provienen del espacio. Y, claro, está disponible en La Biblioteca de Trantor.
Específicamente en el campo de la ciencia ficción, yo inicié leyendo a autores internacionales como Isaac Asimov. Sin embargo, hoy en día la tecnología ha avanzado tanto que su universo ha quedado un poco opacado. Los robots de los que él habla en sus obras tienen menos funciones que nuestros smartphones actuales.
Otro escritor con el que se puede comenzar en el género, y que también tengo en la librería, es Kim Stanley Robinson, autor de la Trilogía marciana. A mi criterio, Marte rojo, la primera obra de su trilogía, es una de las mejores novelas de siglo XX. En ese trabajo se sigue la historia de la colonización de Marte, pero lo más destacado es cómo el autor conjuga magistralmente el aspecto científico con el humanístico. Resalto esto porque, usualmente, en escritores clásicos como Robert A. Heinlein, el ámbito de la ciencia se encuentra muy bien logrado, pero el componente humano sufre. Y en lo escrito por Ray Bradbury es al revés; la dimensión humana se desarrolla bastante y solo es revestida por un barniz científico.

También recomiendo al autor chino Liu Cixin y su trilogía El recuerdo del pasado de la tierra. Lo que me agrada de él, particularmente, es su preocupación por el elemento científico que no deja de lado el humanismo. Por ejemplo, en El problema de los tres cuerpos, la primera novela de su saga, se aborda magistralmente la dimensión humana, colmándola a su vez de temas propios de la ciencia ficción.

Suelo insistir en ese tema porque hoy en día, mucha ciencia ficción norteamericana no alcanza ni el nivel literario de Bradbury ni profundiza adecuadamente en los temas científicos. Cuando leo este tipo de literatura, me pregunto por qué se la consideraría como ciencia ficción. Algunos dirán por la inclusión de un escenario futurista postapocalíptico donde los sobrevivientes viven bajo el control de un poder desconocido. Sin embargo, al acabar de leer la obra no se llegó a justificar el tema de fondo ni se le añadió alguna explicación científica. En ese sentido, lo que ha logrado Liu Cixin, el autor chino que recomiendo, es refrescante para el panorama internacional.
¿Y en cuanto a los autores peruanos?
Un imprescindible sería Poldark Mego, autor de Pandemia Z, una obra bastante buena. Sé que la tercera publicación de la saga está próxima a salir y, hasta donde tengo entendido, será una tetralogía. Además, tiene un recopilatorio de cuentos bastante recomendado, titulado El domo. Lamentablemente, los ejemplares de este último se me han agotado, pero pronto los tendré disponibles.

¿Te gustaría añadir algo más?
Por supuesto. Invito a todos a visitar La Biblioteca de Trantor que se encuentra en Galerías Brasil en el distrito de Jesús María. La dirección exacta es Av. Brasil 1275, stand 55-A, primer piso. Me pueden encontrar allí de lunes a sábado, de 2.30 p.m. a 8 p.m. La galería no abre los domingos, por si acaso.
La librería se encuentra a la mitad de la galería. Recuerden que es una galería de doble entrada. Es decir, se puede entrar por la Av. Brasil o por la Av. Garzón. Lo aclaro porque hay personas que no lo saben.
Vengan y podemos conversar. Muchas veces, la gente no viene solo a comprar, sino también a conversar de ciencia ficción, terror y, en algunos casos, hasta de geopolítica. Y recuerden siempre que un buen libro ayuda mucho a recrear la mente.
Muchas gracias, César
Gracias.
