Entrevista a La Coleccionista de Historias

Maricarmen Robles Luna es administradora con especialización en finanzas y una lectora apasionada. Desde hace un par de años, conduce el canal de YouTube La Coleccionista de Historias, donde comparte sus reflexiones sobre literatura latinoamericana, clásicos universales y las diversas adaptaciones literarias al cine. Cátedra Libre tuvo la oportunidad de conversar con ella en torno a su experiencia como creadora de contenido y el papel que cumple la lectura en su vida.


¿Quién es La Coleccionista de Historias?

La Coleccionista de Historias es una persona que no tiene un vínculo profesional con la literatura. Estudié administración de empresas en la Universidad de Piura (UDEP), en Perú, y dentro de los cursos selectivos me orienté hacia las finanzas. Incluso, dos años después de graduarme, me especialicé en finanzas corporativas en ESAN. Posteriormente, realicé un diplomado en liderazgo en la Pontificia Universidad Católica de Chile. En ese sentido, mi carrera siempre ha estado ligada al ámbito financiero.

No estudié literatura, pero leo desde pequeña. De modo que La Coleccionista de Historias no es una profesional de las letras, sino una lectora que, en algún momento durante la pandemia, decidió empezar a compartir los libros que leía. Algo que siempre recalco en los videos es que no poseo autoridad intelectual en el ámbito literario –debido a que no tengo formación académica en literatura–, pero soy una chica que ama los libros e intenta transmitir ese amor a sus suscriptores. Soy, básicamente, una apasionada de la lectura que difunde este hermoso hábito, el cual, lamentablemente, hoy en día no suele encontrar mucho eco en el mundo y, en el Perú, mucho menos.

Comparto los libros que voy leyendo, algunas reflexiones en torno al mundo del booktube, así como series y adaptaciones que tienen su origen en obras literarias. Así voy creando el contenido del canal. Me encuentro sola detrás de esta iniciativa; a veces alguien me ayuda a grabar en exteriores, pero, en esencia, La Coleccionista de Historias soy solo yo.

Me comentas que la decisión abrir el canal se dio durante la pandemia. ¿Cuál fue el evento clave que te animó a hacerlo?

Dependiendo de la capacidad económica con la que contábamos, durante la pandemia todos nos virtualizamos. Recuerdo que participaba activamente en el club de lectura de mi universidad, llamado Feliz aquel que lee. Usualmente, las reuniones eran presenciales, pero debido a la situación de aquellos años, estos encuentros pasaron a la virtualidad. En ese contexto, nos pidieron grabar un pequeño clip recomendando un libro y decidí hablar de Había una vez una peruana (2018), publicado por Xilófono, el sello editorial de Librerías Crisol. Me pareció interesante cómo presentaban el recorrido de más de sesenta mujeres peruanas que habían impactado de una u otra forma en la historia del país. Así que hice un video corto, de apenas un minuto, comentando lo que me había gustado del texto.

Para mi sorpresa, el clip fue compartido dentro de este círculo y algunos profesores de la universidad me recomendaron subirlo a YouTube, diciéndome que tenía potencial. Me demoré alrededor de cinco meses dándole vueltas a la idea. Finalmente, decidí subirlo sin esperar nada. Vi que tuvo un par de visitas, pero eso no me desanimó y continué grabando contenido, llegando incluso a subir doce videos. Eran muy sencillos: no tenía conocimientos de edición, los grababa con mi celular en modo selfie y los editaba en un programa básico en mi laptop, donde solo podía cortar el inicio y el final, así que debía grabarlos de corrido, sin equivocarme.

Posteriormente, decidí invertir más de mí en este proyecto. Compré un programa de edición y mi hermana me regaló un parante con aro de luz. Borré todo lo anterior, lo regrabé y volví a subir el contenido para que tuviera mejor calidad. A partir de entonces, el canal contó con una introducción y una presentación más cuidada. Así inició todo durante la pandemia. Estando en casa, de alguna manera teníamos que encontrar pasatiempos para aislarnos de la situación dolorosa en la que se encontraba el Perú.

En nuestro país es difícil encontrar contenido literario o cultural de calidad. Aparte de los retos tecnológicos, ¿hubo algún otro desafío con respecto a la difusión de tu contenido?

Fue bastante difícil. Llegué a pensar, por momentos, en dejarlo. Si observan la frecuencia de contenido dentro del canal, notarán que hay un bloque de veinte videos que fueron subidos continuamente y, después, un lapso de cinco meses en el que no compartí nada pues tuve muy pocas visitas. Pensé que el canal nunca se monetizaría ni se convertiría en un proyecto rentable, manteniéndose como algo que solo consumía el ingreso económico que generaba mi trabajo formal.

El hiato más largo fue de seis meses. Aunque, al encontrar algo que me motivara, siempre lo retomaba. En una de estas pausas, encontré a dos youtubers que hablaron de lo difícil que había sido iniciar en este mundo. Luisito Comunica comentó que durante más de cinco años estuvo luchando para monetizar su canal. Pensé que, si a él le tomó un lustro, yo, que en ese momento iba solo medio año, no podía tirar la toalla. La segunda fue la youtuber RuthiSan, una mexicana que vive en Japón, quién también detalló que se demoró mucho tiempo en lograr los niveles de reproducción que tiene hoy en día. Inspirada por ellos, decidí volver. Sin embargo, con el pasar de los meses, las cosas no se dieron como pensaba y concluí que YouTube no era para mí.

Creo que fue una señal del destino lo que pasó al día siguiente. Recibí el comentario de un usuario llamado Manuel Raya, quien me dijo que le encantaba mi contenido y la forma en la que analizaba los libros. Además, me comentó que era escritor y que deseaba regalarme un par de ejemplares suyos para que le diera mi opinión. Así, volvió La Coleccionista de Historias hace más de un año y, desde entonces, nunca más lo volví a dejar. A través de él, también me fueron llegando títulos de autores de Chile, Italia y México. Por ejemplo, ahora estamos teniendo una colaboración con Manuel, Carlos Bone, Edwin Rentería y el italiano Luigi Dj Colouring. Y no son los únicos, por otros medios me llegaron publicaciones del peruano Carlos Tovar y del mexicano Mauricio Castaño, quien lanzó Margia, una novela de ciencia ficción.

Falta poco para ello…

Sí, cuento con más de 900 suscriptores y las horas de reproducción están creciendo. En realidad, el objetivo de la monetización no tiene como fin convertir el canal en un medio de ingreso, sino ayudarme a seguir difundiendo la lectura entre mis suscriptores.

¿Cuál es el criterio que utilizas para decidir el contenido que compartes?

Podría decir que se da tres maneras. La primera, las obras que los escritores me envían. Sé que el mundo de la literatura es difícil, pues con otras amigas de la universidad también hemos escrito un libro. Sabemos lo complicado que es conseguir financiamiento para imprimirlo, que una editorial acepte tu propuesta y que finalmente se publique. Inclusive, resulta aún más complicado venderlo cuando ya está impreso. Por ello, si algún autor desea enviarme sus publicaciones yo las leo con gusto, aunque dejo en claro que no voy a decir que es bueno si no me parece que lo sea. Doy mi opinión pero no voy a engañar a mis suscriptores recomendándoles comprar el texto si no está bien escrito, bien editado o bien diagramado. Lo bueno es que, desde que me empezaron a enviar ejemplares, siempre he encontrado algo positivo en estos. Ahora bien, esto también es subjetivo; cómo podría decir si algo es bueno o malo. Usualmente me centro en decir si me gustó o no, pues hay textos que no me agradan, pero los recomiendo porque sé que tienen un público objetivo.

El otro criterio son los libros que genuinamente he leído o estoy leyendo porque me gustan. Suelo leer literatura europea de los años 1800: las hermanas Brontë y Jane Austen. También he estado tratando de incluir literatura latinoamericana de autores como Mario Vargas Llosa y Gabriel García Márquez. Asimismo, leo obras que están en tendencia dentro del mundo del booktube y que están siendo consumidos masivamente por las adolescentes. Las leo para entender su contenido y alertar, pues son títulos que no transmiten buenos mensajes. Trato de advertir que no se deben romantizar personajes masculinos tóxicos o violentos.

Diría, entonces, que son esos tres inputs: los libros que me envían los autores, los que me gustan y los que son tendencia. Estos últimos los consumo para evaluar si cumplen con su objetivo de venderse entre los adolescentes y para advertir de cosas que me parezcan peligrosas, sobre todo porque mi canal está orientado a una media de edad de 28 a 40 años. Incluso me ha pasado que suscriptores me dejan comentarios consultándome por recomendaciones para sus hijas de doce años o preguntando si deberían dejar que sus menores hijos lean un determinado título.

Muchos jóvenes descubren su interés por la lectura a través del booktube. En ese sentido, ¿crees que los creadores de contenido tienen cierta responsabilidad?

Sin duda alguna. Aunque no solo los creadores de contenido tenemos una responsabilidad en cuanto a lo que recomendamos, sino también los escritores. Ellos tienen una mayor responsabilidad para con los jóvenes, porque si escriben libros que incluyen personajes tóxicos, dañinos o temas de violencia, estos no deben ser romantizados. Y, en última instancia, si desean romantizarlos porque lo requieren como herramienta para sus historias, deberían añadir un pie de página sugiriendo que si alguna lectora está viviendo ese tipo de experiencias debe buscar ayuda, ofreciendo canales de apoyo o números de emergencia; algo que no se hace.

Hoy en día estos textos, cuyo público objetivo son adolescentes, poseen temáticas duras, de violencia, donde existe cero respeto. Lo peor es que los venden con la excusa de ser un dark romance. Por ello, intento hablar de estos temas advirtiendo que no son el tipo de contenido que los jóvenes deberían consumir sin un mensaje de alerta de que la historia es mera ficción y recalcando que no lo deben replicar en la vida real.

Mencionaste tu interés por Harry Potter y cómo esto se plasmó en la publicación del libro Más allá de hechizos y conjuros (2024). ¿Cómo surgió esta iniciativa?

Ese proyecto es una muestra de resiliencia, pues tardó cinco años en escribirse. Inicialmente no éramos cuatro autoras, sino más de ocho personas. Todo comenzó en el club de lectura de la UDEP. La doctora Eliana Gonzáles –que fue también mi profesora durante mi etapa universitaria– dirigía, y dirige hasta ahora, dicho club. Como ella siempre ha recibido retroalimentación por parte de los estudiantes, preguntó qué libro deseábamos leer. Al asistir voluntariamente a un club de lectura lo mínimo que puede hacer el docente encargado es escuchar los intereses de los alumnos. Si te dan a leer Coplas por la muerte de su padre de Manrique o a Miguel de Cervantes, por ejemplo, probablemente nadie más regresará, al ser estos autores que leemos, usualmente, de manera obligatoria.

Y como aquel año llegó una generación muy potterhead, los estudiantes pidieron leer Harry Potter. Mi hermana, quien también es escritora, me comentó de ello. Entonces, hice tiempo de donde no tenía y entré al club de lectura con el único fin de leer la historia de “el niño que vivió”. Con el tiempo se generaron diálogos hermosos, ya que proveníamos de distintas ramas profesionales: había psicólogos, economistas, doctores en formación y yo que soy de administración. En ese contexto, la profesora Gonzáles sugirió que escribiéramos un artículo centrado en algún aspecto de la saga que nos interesara, pero llegamos con una lista de más de treinta ideas.

Ante ello, la doctora aclaró que un número tan grande de ideas no podía convertirse en un artículo, sino en un libro. A partir de entonces, empezamos a filtrar. Inicialmente éramos un equipo de ocho personas y queríamos escribir sobre los personajes femeninos en la saga. Sin embargo, a medida que releíamos las obras caímos en la cuenta de que para escribir acerca de la naturaleza humana en Harry Potter debíamos empaparnos de más información, más investigaciones fuera del ámbito de nuestras carreras. Así, la gente poco a poco fue retirándose y, después de decidir cuáles serían los 20 capítulos, habíamos acordado leer al menos quince papers por cada una de las temáticas. Para ese momento ya solo quedábamos cuatro mujeres: Alexandra, María Paula, la profesora Gonzáles y quien habla.

El libro tomó aproximadamente tres años en redactarse: dos años de investigación y uno de redacción. Lo que le dio cierta cohesión a nuestro trabajo fue el hecho de que las cuatro escribíamos al mismo tiempo. Al leer el texto sientes una sola voz, la cual es, a fin de cuentas, la unificación de nuestras cuatro voces individuales. En ocasiones, cuando una publicación es concebida por varios escritores cada capítulo se percibe de forma distinta, ya que cada persona tiene una prosa diferente, un espíritu diferente. En nuestro caso, la voz que escuchas a través de Más allá de hechizos y conjuros es una sola.

Como mera anécdota, cuando redactábamos el libro una persona escribía un párrafo y la otra, el siguiente. Por ello, bautizamos al proyecto como el pequeño Frankenstein. Sé que Frankenstein no es el monstruo sino el nombre del doctor que lo creó, pero, por ponerle un nombre, llamamos así al borrador inicial.

¿Planean traducir el libro al inglés?

Me encanta tu pregunta porque ya hemos iniciado el proceso de traducción. Al inicio creímos que iba a ser más rápido ya que las cuatro autoras dominamos el inglés, pero nos dimos un batacazo contra la pared. Nos dimos cuenta de que traducir un libro no es sencillo, sobre todo por el hecho de que debes transmitir en otro idioma la misma idea que concebiste en español. Si se recurre a la traducción exacta vas a terminar escribiendo una imprecisión. Sumado a ello, habíamos redactado el libro con algunas expresiones que solamente se entiende en el ámbito del español, como “a Dios rogando y con el mazo dando”. ¿Cómo traduzco eso? Para esos casos hemos buscado expresiones que se asemejen lo más posible. Es probable que la traducción salga en el 2026. A la fecha, el nombre de los capítulos ya está traducido.

El universo de Harry Potter le abrió las puertas a una nueva generación de lectores en el Perú. ¿Sientes que se ha dado algo similar con alguna franquicia reciente?

Creo que Harry Potter logró crecer con una generación. Los que iniciamos siendo potterheads a los diez años, esperando la carta de Hogwarts que nunca llegó, hemos crecido y mantenemos cariño por el mago. Es una saga que te acompaña a través de diferentes etapas de tu vida. Cuando yo la leí siendo niña, me transmitió algo muy distinto a cuando lo hice siendo adolescente o cuando estaba en la universidad, así como cuando la leo ahora, estando muy próxima a cumplir treinta años. Harry Potter es un libro tan bien escrito que no importa en qué momento de tu vida te encuentres al leerlo, siempre te enseñará algo nuevo y descubrirás la historia con otros ojos. Ello hace que las personas que lo leyeron allá por 1997 sigan volviendo a él hasta el día de hoy. Hay padres que les dan los libros a sus hijos para que los lean, hay potterheads de ocho años, así como otros de setenta. Es una obra que conecta generaciones. No he visto ninguna otra que haya logrado lo mismo.

El Señor de los Anillos llegó a tener muchísimos fanáticos, pero veo difícil que llegue a tener algo como el Wizarding World en Universal Studios. Ahora, una saga que está dando mucho de qué hablar, generando muchas vistas y rompiendo taquilla es The Hunger Games de Suzanne Collins. Tengo entendido que están grabando la película Amanecer en la cosecha. Recuerdo que Balada de pájaros cantores y serpientes llevó a mucha gente al cine, pero dudo que llegara al nivel alcanzado por Harry Potter. Claro que hubo sagas que, por momentos, se le acercaron como Crepúsculo en 2012, pero finalmente se frenó la locura por los vampiros y el niño mago se mantuvo como el rey.

Me han llamado la atención tus exploraciones literarias, en las que visitas librerías y rincones como la Feria Internacional del Libro de Lima (FIL). ¿Qué has descubierto en estos recorridos?

Es algo que recién he comenzado a poner en práctica y que ha sido del agrado de muchos suscriptores: el video recorriendo la FIL ha tenido más vistas que otras reseñas de libros. Gracias a sus diferentes precios, este tipo de eventos ayudan mucho a difundir la lectura y hacerla un poco más asequible para todos. El gran número de stands y distribuidores permite encontrar títulos casi a la mitad de su precio regular en las librerías. Para mí, como peruana, mostrarlo me permite no solo motivar a la gente para que asista, sino también hacer ver a los suscriptores de otros países que existen iniciativas como estás en el Perú.

La FIL ha logrado, además de vender obras, armar puntos de encuentro para dialogar en torno a dónde está yendo la literatura peruana y presentar a diversos escritores que, por lo general, no tienen mucha exposición. Evidentemente, también se presentan libros de influencers peruanos, pero digamos que, de alguna manera, se democratiza la exhibición: así como el influencer con un millón de suscriptores puede presentar su publicación, también lo pueden hacer otros autores con menor alcance.

Como lectora, recorrer la FIL es motivo de orgullo, al margen de que siempre haya algo que mejorar. Por ejemplo, este año la mayor crítica radicó en que los principales stands estuvieron ocupados por librerías reconocidas, las cuales cuentan con grupos económicos detrás, opacando a las más pequeñas que no contaban con tanta visibilidad. Aun con ello, la feria es una bonita iniciativa. Además, con todo lo que trajo como el homenaje a Mario Vargas Llosa, quien falleció a inicios de 2025, tuve la oportunidad de compartir con mis suscriptores peruanos y extrajeron quién fue este autor. Otro detalle interesante fue ingresar a la experiencia vivencial del método Vargas Llosa, pudiendo, a través de su voz, conocer cómo había escrito sus primeras novelas, manuscritos y apuntes. Fue hermoso.

Me agrada esta idea de compartir con tus suscriptores el pase de lo virtual a lo físico, como en el caso del método Vargas Llosa. ¿Tienes planes de convertir a tu comunidad virtual en una comunidad lectora que se reúna físicamente, como un club de lectura?

Por el momento, no. Es una idea que ha estado dando vueltas en mi cabeza, pero mi objetivo actual es que el proyecto de La Coleccionista de Historias crezca un poco más. Ahora cuento con menos de mil suscriptores que, además, se encuentran en diferentes zonas horarias. Aún veo difícil llegar a cuadrar una hora específica para reunirnos a conversar sobre algún libro. Es un camino que todavía no deseo recorrer.

Aunque una forma que sí he encontrado para acercarme e interactuar con el público son los en vivo, que a partir de cierta cantidad de seguidores y requisitos se desbloquean. Por ejemplo, algo que suelo hacer es ir a librerías grandes cuando estas tienen ofertas a S/. 9.90 o a partir de S/. 19.90 y transmitir en vivo para mostrar qué títulos y autores se ofrecen. Aunque como me dijo un suscriptor en una ocasión, en este tipo de ofertas hay que buscar mucho pues se ofrecen libros de autores a los que no los lee ni su madre. Lo que hago, entonces, es zambullirme en esa torre gigante, cuando tengo algo de tiempo libre, para avisar a mis seguidores qué he encontrado y, si les interesa, pueden acercarse a comprarlo.

También, dentro de mis suscriptores, hay una comunidad potterhead. Entonces, cuando voy al mundo mágico de Crisol también transmito, a fin de consultar si llegó determinado producto de una casa de Hogwarts. Así, puedo ayudar a la gente que me ve, ahorrándoles el tener que ir presencialmente a buscar los libros o productos que desean.

Cada librería tiene su propia dinámica; es muy distinta la lógica de Crisol a la de otras como El Virrey, Vallejo o SBS. En estas exploraciones literarias, ¿cuál sientes que es el elemento unificador en estas librerías? ¿Y cuáles serían las diferencias?

Depende mucho de qué librería estemos hablando, porque estas son, finalmente, un modelo de negocio. El modelo de negocio de Crisol es distinto al de El Virrey o Vallejo. Crisol se ubica en centros comerciales, vende masivamente, ofrece títulos de determinadas editoriales, etc. Siento que las otras librerías que mencionas tienen un modelo de negocio totalmente distinto; ofrecen, aparte de las publicaciones comerciales, libros un poco más intelectuales. Incluso, en Vallejo puedes encontrar ediciones preciosas que jamás encontrarás en Crisol, pues el ticket de venta es muy elevado. Cuando vas al centro comercial buscas las ediciones más económicas.

Las famosas ediciones de bolsillo…

Yo compro muchas ediciones de bolsillo. Para mí, como joven que recién ha ingresado al mundo profesional, de bolsillo es mi mejor amigo. Pero, como te decía, en Vallejo encuentras ediciones preciosas ante las que uno se ve obligado a poner cierto esfuerzo para comprarlas. Hace poco adquirí una edición extremadamente cuidada de mitología griega ilustrada con un precio de 250 soles. Llegar a esos tickets para librerías como Vallejo o El Virrey hace mucho sentido. Por otro lado, la experiencia en Crisol se limita a comprar el libro que puntualmente necesito o quiero.

Siento además que en Vallejo, por ejemplo, se ofrece una experiencia inmersiva. En esta librería me siento como en casa, puedo ir a sentarme a los sofás a ver qué obras voy a comprar o a leer un título que ya compré. Antes tenían una cafetería que me daba la sensación de visitar la casa de mi abuela para tomar lonche y leer, pues la casa de mi abuela evocaba eso para mí: tomar el lonche sentada en el sofá después de haber comprado libros.

Incluso, antes tenía una cafetería que vendía pizzas inspiradas en Dante Alighieri. Recuerdo que iba a la hora del almuerzo a comer mi “pizza purgatorio”. Era una experiencia distinta. Ahora ya no está esa cafetería, está The Gay Baker, donde te ofrecen la temática de Orgullo y prejuicio. Hace un par de semanas fui al tea time, donde pude disfrutar del soundtrack de la película y bocadillos ingleses. Te ofrecen algo más, una vivencia para un público lector objetivo al que le gustan ciertos títulos y ciertas ediciones.

Si no me equivoco, en El Virrey tienen una cafetería que es Starbucks. Así que también puedes ir a tomarte un café mientras vas comprando libros. Son, entonces, modelos de negocio enfocados a distintos públicos. Crisol tiene muchas cosas positivas, así como Vallejo y El Virrey. Pero la línea que todos tienen es promover la lectura y eso es valioso. Todos suman a la misma causa que es hacer del Perú un país más lector.

¿Has pensado en hacer exploraciones a librerías de viejo, como las del centro de Lima?

En realidad, es algo que tengo planeado. Estoy viendo cómo lograrlo, pues requiere de cierta inversión, como un micrófono de buena calidad. No puedo ir con un pedestal o un aro de luz. Necesito comprar algunas otras cosas más. Lo estoy evaluando. Algo que tengo pendiente es ir a la Casa de la Literatura Peruana en el Centro de Lima, deseo grabar ese recorrido. He considerado visitar ferias e intercambio de libros también, como en Barranco. Tengo pendiente salir a hacer esos recorridos.

Logísticamente tengo que ver cómo todo esto va a funcionar pues debo ir acompañada. Es diferente poder grabar en casa teniendo un pedestal a hacerlo en la calle, acompañada. Tengo dos personas a las cuales llamo “mis cámaras”; están obligadas a ayudarme porque son mis familiares. Mi canal es aún pequeño. Para el recorrido de la FIL, por ejemplo, le pedí a mi hermana mayor que me grabe. Trato de mantener su identidad en secreto, así que para los suscriptores ellos son simplemente “la cámaras” y “el cámaras”. Entiendo que a ellos no les gusta salir en los videos.

No a todos les gusta salir en cámara. De cierta manera, es exponerte.

Es exponerse. Siento que en el mundo de las redes sociales existe una sentimiento de impunidad, bajo el cual se asume que todo es lícito. Hay gente que solo se conecta para tirar odio. Cuando estaba grabando un video sobre Fiódor Dostoyevski no venía al caso que alguien comentara diciendo que soy fea. Me ha pasado. Aunque yo tengo una mentalidad fuerte y agradezco esos comentarios de odio que, finalmente, me ayudan a subir mis estadísticas de interacción.

Una vez estaba haciendo una transmisión en vivo y entró una persona que también quería tirar odio y empezó a escribir comentarios desubicados. Obviamente no le respondí pero terminó siendo el en vivo que más interacciones y comentarios ha tenido en mi canal. A mí ese tipo de comentarios no me molestan, pero hay mucha gente a la que sí, que puede sentirse mal. Por ello es totalmente válido que haya personas que no deseen exponerse.

Es terrible lo que está pasando dentro de las redes sociales. Por ello, me parece saludable que tu contenido no busque abordar temas polémicos por el simple hecho de estar en tendencia. ¿Es algo que tú decidiste desde el principio?

No fue una decisión en sí misma. Cuando empecé a subir los primeros videos lo único que me interesaba era que me vieran de manera auténtica. Es decir, mostrarme como soy. Lo que ves en mi contenido soy yo en la vida real. No me pongo máscaras ni pretendo ser alguien que no soy. Creo que el mundo ya está lleno de imágenes falsas, estereotipos, personas tratando de aparentar una vida que no tienen. Sentí que debía mostrarme tal cual: una chica que ama leer y comparte los libros que lee. Todo ello hizo que la identidad de mi canal vaya en ese sentido.

No busco tocar temas polémicos solo con el fin de obtener vistas. A veces noto cómo otras personas se viralizan al hablar de cómo un influencer se metió con otro, mientras que yo sigo centrándome en literatura europea del 1800. Mi objetivo, desde un inicio, fue promover la lectura, difundir la literatura latinoamericana, no enfocarme en las vistas.

Aunque por momentos, me siento muy maestra. Considero que si uno desea llegar a los jóvenes tiene que recurrir a temas en tendencia, pero con el objetivo de enseñarles algo. Eso ha pasado con lo que subí recientemente sobre la canción The Fate of Ophelia de Taylor Swift, quien es bastante popular entre muchas adolescentes. Como esta pieza está inspirada en el personaje de Hamlet, grabé un video contando quién fue Ofelia y lo aproveché para hablar de William Shakespeare y su obra de teatro del 1600 sobre un príncipe heredero de Dinamarca. Usé a la cantante americana como gancho para hablar de la literatura inglesa de ese tiempo. Así, busco tópicos que puedan llamar la atención de gente más joven mostrándoles todo lo que pueden aprender.

Llevando ya un tiempo en YouTube, ¿cuál consideras que ha sido la lección más valiosa que te ha dejado la plataforma?

Algo que he aprendido es que hay un libro para todos. Cada libro trata de decir algo y está dirigido a alguien. Uno no escribe masivamente pues, al final, cada título le transmite algo distinto a cada persona. En la medida que he ido leyendo distintas publicaciones y que también varios escritores me han regalado sus textos, he podido identificar qué querían decir y a quién se lo querían decir.

Algo que siempre hago en los videos es dividirlos en una introducción, presentación del autor, resumen y análisis del libro. En este último espacio suelo comentar a quien creo que está dirigido el texto y a quién le podría interesar. Entonces, considero que lo más valioso que he conseguido con esta experiencia en YouTube es que mucha gente que me conoce me pregunte qué obra puedo recomendarles. Ya que conozco diferentes autores, puedo recomendar determinadas publicaciones o corrientes. Es como hacer un match entre amigos, señalando el título, que considero, sería ideal para esa persona.

¿Cuál es la proyección de La Coleccionista de Historias para los próximos años?

He tomado la decisión de dedicarle más tiempo al canal y subir dos videos semanales, los sábados y domingos. Lo que se viene de cara al 2026 es una reseña cada domingo. Uno de los principales motivos por los que inicié el canal era para reseñar libros de diferentes autores. Los sábados planeo subir experiencias; se vienen más videos en exteriores y recorridos de lugares dedicados a la literatura peruana. Quiero visitar más librerías, más ferias de libro y también deseo opinar sobre cómo se está moviendo el mundo de la literatura.  Entonces, los sábados compartiré contenido en exteriores o video-ensayos acerca de las tendencias literarias y de aquellos libros que hay que coger con pinzas.

Otra cosa que me gustaría hacer es incrementar el número de dinámicas con mis suscriptores. Hago un sorteo al año que les encanta, pues se genera algo muy bonito; las personas se conectan y, en vez de centrarse en ganar, le desean buena suerte a todos. Además, algo que me encantaría replicar –y que ya he empezado a hacer desde este año– es obsequiar premios a mis suscriptores más activos. Me parece injusto que, teniendo muchos seguidores involucrados en el canal, sea finalmente el azar quien decida quién se lleva un libro o no. Cuando un escritor me remite solo un ejemplar de su libro lo atesoro, pero si me envía dos copias, una de estas se va con mis seguidores activos. Ya he empezado a contactar a varios de ellos que viven en el Perú y les he enviado varios títulos.

¿Has pensado en hacer algún crossover con otros youtubers?

No conozco a nadie aún. En realidad, mi contenido es muy distinto al de otros booktubers que se centran en libros de Wattpad. Siento que mis videos no son tan virales, entonces resulta algo difícil tener amigos booktubers cuando, además, en mi canal suelo advertir a mis suscriptores de no leer en esa plataforma, pues podría dañar su ortografía y capacidad de redacción. Sumado a ello, los personajes que salen de ahí suelen ser tóxicos, machistas y misóginos. Es difícil que me acepten en ese mundo.

Aunque siempre hay un nicho para todos…

He seguido a algunos, pero considero que son muy grandes para mí. Todavía no me prestarían atención. Aunque sí me gustaría, en la medida que voy creciendo, tener contacto con otros creadores de contenido.

Si tuvieras que convencer a alguien que no lee que abra un libro, ¿qué le dirías?

Es una pregunta difícil. Creo que todos tienen un libro que está esperando por ellos, toda persona tiene un libro destinado para sí misma y lo único que hace falta para iniciar en el hábito de la lectura es encontrar ese ejemplar. Si alguien no lee nada y quisiera motivarlo a leer, trataría de encontrar el título ideal para esa persona, tratando de hacer un match perfecto, a fin de que una vez iniciada la lectura no se abandone ese hábito jamás.

Eso pasa mucho con Harry Potter. A muchísimos niños les das esa historia y nunca más dejan de leer. Me pasó a mí, pues empecé a leer profunda y activamente gracias al niño mago. Aunque curiosamente empecé a leerlo de la forma más criolla posible; fui estafada. Esta es un anécdota que siempre cuento. Tenía diez años cuando un día, saliendo del colegio, vi en un semáforo que un señor vendía el final de la saga, el séptimo título. Le rogué insistentemente a mi madre que me lo comprara, aunque ella jamás había visto que yo pidiera que me compren un libro, peor aún, siendo este pirata. Mi madre me explicó que la piratería era algo malo pero terminó accediendo a comprarlo pues no sabía en qué otro lugar podría encontrarlo.

Así empecé a leer la séptima obra de Harry Potter sin siquiera haber leído los primeros títulos, pues deseaba saber el final. Al terminarlo, mi profesora de inglés se sorprende al ver lo que estaba leyendo cuando J. K. Rowling, para ese momento, aún no había publicado oficialmente el final de la saga. La publicación tenía 31 capítulos que hacían sentido, llegando a atinar a varios de los horrocruxes. Sin embargo, a fin de cuentas, estaba leyendo un texto que algún loco redactó a fin de hacerlo pasar como un libro de la autora británica. La docente concluyó que, si había sido capaz de leer eso, era momento de que iniciara con la verdadera historia. Así fue cómo empecé a leer.

El tema de la piratería en el Perú resulta, en cierta medida, polémico. Jaime Bayly, si mal no recuerdo, declaró en una ocasión que le parece honroso que lo pirateen, pues a fin de cuentas solo se piratea lo que se lee. En tu caso, ¿tomarías como un halago el que pirateen tu libro o sientes que te estarían robando?

Creo que en este tema pueden surgir distintos puntos de vista. Evidentemente, la piratería es mala. Sin duda alguna, les hace mucho daño a los escritores, no permite que en el Perú haya personas que pueden vivir de sus libros y, con ello, impide el crecimiento de la literatura peruana en su conjunto. Sin embargo, la otra realidad es que leer en nuestro país es extremadamente caro.

Si a mí –que tengo un trabajo profesional que felizmente cubre mis necesidades y que no he escrito libros con el fin de ganar dinero– me piratean, sería un halago. Si algún día me comentan que me piratearon, sentiría que ya lo he logrado todo en el mundo de la literatura. Porque, claro está, yo no vivo de las regalías de mis libros, que son casi nulas. El escritor es el que sale peor parado en este negocio; cuando tratas de vender un título la librería se queda con el 40%, la editorial con el 30% y el autor, que pasó cinco años de su vida redactándolo, recibe el 30% del valor de su obra.

Por el simple hecho de afectar a la producción literaria en el Perú, creo que la piratería debería desaparecer. Sin embargo, deberían existir también propuestas desde el gobierno y las librerías grandes para que los libros sean más accesibles. Lo único que genera un alto precio de los libros es un país que no lee, que asume que leer es un lujo y un pasatiempo para las personas con medios económicos. Eso es un pecado. Leer debería ser alcanzable para todos los bolsillos.

La piratería podría tener un lado positivo en la medida que permite acceder a la cultura a aquellos que no pueden comprar un libro al precio real de la librería. Aunque también, como he señalado, ello perjudica a los autores. Estamos viendo qué es lo menos malo. Vuelvo a resaltar que debería haber más iniciativas por parte del gobierno y de la empresa privada para que aquellos peruanos con menos recursos puedan acceder a la lectura.

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