A finales de 1912, un joven trabajador de una compañía de seguros en Praga se presentó ante la sociedad europea de aquel entonces como escritor. Este novel burócrata, en su intento por escapar de la extenuante rutina de informes, accidentes laborales e indemnizaciones con las que a diario lidiaba, había encontrado en la literatura una vía de escape a sus constantes cavilaciones. El resultado: una obra corta pero profunda a la que bautizó como Contemplación. A partir de ese momento, había nacido como escritor, Franz Kafka.
El libro en cuestión es, básicamente, una colección de dieciocho relatos cortos que el autor fue trabajando en años previos a su publicación. Curiosamente, el impulsor de la revelación de Kafka como escritor fue su amigo íntimo Max Brod. Pues, fue este quien terminó de convencer al joven asegurador de dar a conocer su trabajo públicamente. No obstante, una vez convencido, Kafka se encargaría de revisar minuciosamente todos y cada uno de los relatos y, especialmente, el orden en el que se los presentaría.
La lectura de esta obra es, cuanto menos, interesante por diversos motivos. En primer lugar, es un privilegio para cualquier lector ávido de conocimiento acceder a la ópera prima de un autor consagrado, el cual, en este caso, es un ícono de la literatura universal. En ese sentido, el libro le permite al interesado adentrarse en los intermitentes trazos de un Kafka próximo a la maduración como escritor. De esa forma, Contemplación se presenta como el primer puente que sostiene la unión de nuestra realidad con el universo kafkiano.

Ahora, como se mencionó, los relatos no destacan por su longitud; al contrario, se presentan, en la mayoría de los casos, como miniaturas o reflexiones muy cortas. Aquí, Kafka pareciera confundir la prosa con la poesía, quizás en un intento por demostrar su capacidad de relatar historias inquietantes de la forma más concisa posible; un elemento de su narrativa que, evidentemente, se irá perfeccionando en años posteriores.
Sin embargo, la extensión de la obra no debe entenderse como sinónimo de superficialidad. Al contrario, una lectura atenta de estas miniaturas permite revelar el trasfondo filosófico que subyace en el libro. En este, el autor se presenta como un observador imperturbable pero sensible, que profundiza y reflexiona a partir de elementos disímiles, provenientes del realismo y, en menor medida, de lo fantástico. Curiosamente, muy a pesar del carácter melancólico que permea la obra en su totalidad, el estilo irónico, casi inconfundible de Kafka no deja de estar presente.
Quizás, por esa misma razón, resulta conveniente incluir una segunda o, si es necesario, hasta una tercera lectura del libro, a fin de escarbar en aquellos traumas o cuestionamientos internos que el autor impregnó sutilmente en los relatos. No obstante, vale la pena advertirle al lector que, como toda buena historia kafkiana, esta obra termina por dejar más preguntas que respuestas, al margen del número de veces que se la lea.
Valoración: 3.0/5.0
Ficha técnica
Autor: Franz Kafka | Título original: Betrachtung | Título traducido al español: Contemplación
Año de publicación: 1977 (1912) | Editorial: Goncourt
Número de páginas: 60